viernes, 25 de abril de 2014

PONGÁMONOS EN MARCHA



¿Qué es caminar?


Caminar "relacionado con mirar, con abrir los ojos, con generar una nueva mirada", dice Jan Masschelein en Pongámonos en marcha.

En este texto se destaca la importancia de experimentar desde un punto de vista más subjetivo. No quedarnos con lo objetivo, con lo primero que vemos, con lo que se ve a simple vista. Él habla de ir más allá, de ponernos en medio de todas las cosas y tomarlo todo subjetivamente, absorber y experimentarlo todo en primera persona.

En definitiva, es el camino de la maduración personal, la historia que llevamos detrás, nuestras experiencias, nuestro día a día, los múltiples sucesos que transforman nuestra personalidad, la manera de actuar y en general, nuestra vida.

¿En nuestra vida hemos tenido ya un camino marcado o lo hemos hecho nosotros a medida que íbamos creciendo (caminando)?


En muchas ocasiones hemos tenido un camino marcado, guiado, establecido, como por ejemplo en la educación formal, que promueve cambios en la personalidad de los educandos en un sentido socialmente deseado, de manera que sus acciones son planificadas, controladas y evaluadas con el fin de crear sujetos que sigan unos patrones sociales, unos estereotipos que se convierte en moldes a los que ha de responder el sujeto para no parecer desadaptado, para no ser señalado como "raro" en un medio social que teme lo diferente.

La educación formal, se basa en la homogenización, donde la edad del sujeto determina el tipo de aprendizaje y donde los grupos numerosos, requieren ser abordados con unos temas para todos, no los intereses de cada uno, sino que el sistema educativo concibe qué debe aprender el educando.


¿Cómo debería ser una educación basada en la experiencia?

Una educación basada en la experiencia debería modelar las situaciones donde el sujeto pueda canalizar sus emociones, no solo las positivas, sino también las negativas como vía de crecimiento personal y social. El siguiente fragmento de Franz Kafka, en su Experiencia y pasión, refleja muy bien como las experiencias son un factor imprescindible para educar. 

"La experiencia, la posibilidad de que algo nos pase, o nos acontezca, o nos llegue, requiere un gesto de interrupción, un gesto que es casi imposible en los tiempos que corren: requiere pararse a pensar, pararse a mirar, pararse a escuchar, pensar más despacio, mirar más despacio y escuchar más despacio, pararse a sentir, sentir más despacio, demorarse en los detalles, suspender la opinión, suspender el juicio, suspender la voluntad, suspender el automatismo de la acción, cultivar la atención y delicadeza, abrir los ojos, los oídos, charlar sobre lo que nos pasa, aprender la lentitud, escuchar a los demás, cultivar el arte del encuentro, callar mucho, tener paciencia, darse tiempo y espacio".

Y es que, a través de la experiencia, podemos conocer, apreciar y dilucidar, algo fundamental para poder educar.


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