martes, 27 de mayo de 2014

El juego como herramienta educativa para el educador social



El juego no es solamente algo que acontece a la infancia, sino que va mucho más allá, y sucede durante toda la vida. Jugar es un acto para todos los públicos, por eso a cada persona o grupo les corresponde un tipo de juego, independientemente de cuál sea su edad.

Puede ser entendido como una forma de expresión, de diversión, entretenimiento, fiesta, distracción, etc., pero su significado va mucho más allá. Se ha intentado buscar la definición perfecta del juego, pero es un concepto muy complejo. Una de las definiciones más usadas es la de Johann Huizinga, un antropólogo que se dedicó a estudiar el juego de diferentes culturas, y lo define como: 
"Acción u ocupación libre que se desarrolla dentro de unos límites espaciales y temporales determinados, con unas reglas absolutamente obligatorias y libremente aceptadas. La acción tiene un fin en sí misma y va acompañada de un sentido lúdico y de alegría".
Pero esta definición no define en su totalidad qué es un juego ni lo diferencia del resto de actividades. Por ello, cualquier actividad que se pueda denominar juego tiene que cumplir este trinomio: LIBERTAD, PLACER Y FINALIDAD EN SÍ MISMA. 

Los juegos nos son todos iguales, a medida que va trascurriendo el tiempo, los juegos cambian como lo hace también el proceso de pensamiento. Además, también existen muchos tipos de juegos según el espacio, la tipología, el número de jugadores, dimensiones sociales, intelectuales o culturales, etc. Muchos educadores se limitan a aplicarlos de la misma forma, sin adaptarse al contexto ni a la persona que va dirigida, y esto es un error. Lo primero que tiene que tener en cuenta un educador, son los parámetros sobre los que descansa este hecho social y plantearse las siguientes preguntas:

- ¿Cómo es el grupo?
- ¿Cómo son las personas que lo conforman?
- ¿Cuál es el motivo que los agrupa?

Una vez realizado el juego, es importante que el educador lo evalúe, para que en futuros usos se puedan adaptar de una mejor manera. Para ello, el educador debe seguir los siguientes tres pasos:

- Registro: apuntar las observaciones más relevantes y obtener información sobre el comportamiento del grupo, para tenerlo en cuenta en posteriores intervenciones.
- Análisis: las informaciones obtenidas han de contrastarse con los objetivos que quieren alcanzarse.
- Reflexiones comunes: para saber si es factible la relación entre el juego y los contendidos, y saber las impresiones de los usuarios.

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